Tuesday, August 01, 2006

Ingenua

Las cosas me sorprenden. Cada vez menos, pero lo siguen haciendo.
Pienso en mi niñez. ¿Qué cosas me sorprendían en ese entonces?
Supongo que todo me llamaba más la atención, o de alguna manera, siento que antes conocía menos que ahora lo que es el mundo y sus controversias.
Y es que cuando uno crece (no sin ninguna lamentación) se va infligiendo el propio dolor de sentir que todo es conocido, burdo y hasta redundante.
Sin embargo, yo misma desmiento la posibilidad de creer en todo (o en nada... dos caras de una misma maldita moneda), porque supongo que el hecho de sorprenderse tiene que ver también con la voluntad propia de cada ser de querer conocer más, de lo que supuestamente y tan mal intuidamente se cree que uno sabe.
Y ahí recaigo en la pregunta no menos importante de pensar que entonces, cómo podría uno conocer menos, a medida que el tiempo avanza, si es sabido que los relojes no esperan a la vera de un nuevo sol.

El tiempo avanza indeclinable, sale por los poros de quienes lo consienten y fluye como si fuera un río de amenazas valientes ahogando los gritos de los que piden ayuda. Arrolla con todo, no tiene piedad y solo avanza hasta a veces, destruyendo todo a su paso.
Pienso como hacer? cómo poder jugarle una pasada al destino, desafiándolo a creer en algo, o por lo menos a no descreer de todo.
La subestimación se torna insoportable en mi cuerpo y todo lo que pretendo es refugiarme en algún lugar donde las hojas caigan haciendo caso omiso de la tierra seca en la que deberán apoyarse y permanecer.
Y entonces, un haz de luz, diáfano, sutil, efímero, me ciega por un momento y me deja sin ver lo que hay... lo que estamos obligados a observar de la realidad aquellos a los que la vida nos ha tocado de una manera especial. Sin más que con un criterio justo y esclarecedor de cómo son las cosas en el extraño país donde las hojas nunca caen. Porque tal vez, eligen no animarse.
La tierra llena de cobardes que subestiman sin más las posibilidades de creer en algo, de sorprenderse, incluso de que un pétalo sea distinto, o de que una hoja no se rinda a caer.

Aunque en este momento no aparezca esa sensación, quizá eterna, que me ahonde en la explicación de este dilema (si es que la hay), por lo menos sé, sin seguridad, que aunque sea una sola persona en el infinito mundo de los traidores, me propongo hoy, no dejar de sorprenderme.

4 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Lo primero que vi de vos, fue tu carterita verde, brillante, que tiraba reflejitos por las paredes alrededor tuyo. Al alzar la vista vi una sonrisa aún mas resplandecente. No se si fue el brillo de esa misma sonrisa, que todos los dias tengo la suerte de compartir con vos, o la luz de tus ojos que me conevncieron de que nos teniamos que conocer... Fuera lo que fuera, hoy me encuentro con una amistad que vale taaaaanto pero taaaanto para mi. Te quiero muchisimo! suerte /La Sue

12:51 AM  
Blogger Ezequiel Wolf said...

Este es un buen refugio
un sitio de encuentro...
como ya te dije la revolución es dentro de uno...

te quiero mucho amiga

1:28 AM  
Anonymous Anonymous said...

nurita....escribis lindo y para leer despacito. Gracias por dejarme entrar en este mundo y por ensenarme a ser padre todos los santos dias

4:29 PM  
Blogger Leo Moreno said...

inagura....
el sol
canciones
ya pasa el invierno...
acordate q los puntes de pasto me llevan a vos...
te quiero zorra

1:42 AM  

Post a Comment

<< Home